Guadalajara es la ciudad donde nació y vivió mi madre hasta su juventud por lo que es un lugar especial para mí y lleno de emotividad porque me trae a la mente muchos recuerdos y anécdotas que contaba mi madre.
Aunque está situada muy cerca de Madrid no la conocí hasta el año 2019, mi primer viaje y volví en el año 2025 al hacer una nueva excursión con el club de Lectura al que pertenezco. ( De hecho edité esta entrada para añadir alguna cosa que en el primer viaje no había visitado y que he colocado al final)

Guadalajara es una ciudad muy recomendable para pasar un día pues conserva algunos vestigios de su pasado musulmán, tiene interesantes museos y monumentos que merece la pena descubrir.
Recomiendo reservar la visita guiada ( no hay todos los días) y dirigirse a la oficina de Turismo, situada cerca del Ayuntamiento porque así te aseguras de que los principales edificios a visitar están abiertos y las explicaciones son interesantes. Hay otros monumentos como la concatedral, iglesias, el Palacio Dávalos,... que no están dentro de este circuito pero se pueden ver antes o después. Dejo el enlace de la reserva: https://www.guadalajara.es/es/turismo/reservas-on-line/
En la plaza Mayor de Guadalajara se encuentra el Ayuntamiento que tiene un campanario de hierro forjado. Se conservan algunos edificios con soportales.

Como decía anteriormente por una calle frente al Ayuntamiento y desde la Plaza Mayor se llega a la plaza del Concejo donde se encuentra la Oficina de Turismo y junto a este edificio perviven las ruinas de la vieja iglesia de San Gil. Tan sólo queda el ábside mudéjar del siglo XIII.

Hacemos la presentación de los edificios más emblemáticos de la ciudad:
El Palacio de los Mendoza y su aledaña iglesia de la Piedad.
El palacio fue construido en torno a 1510 y la iglesia en el 1525.
La portada del palacio fue concebida como un arco de triunfo, y todo el conjunto es de estilo renacentista.
A la izquierda está la portada plateresca de la iglesia, coronada por una escena de la Piedad.

En el interior del palacio vemos uno de los mejores ejemplos de la arquitectura renacentista del Castilla.


De planta cuadrada, en cada lado aparecen seis columnas de liso fuste y capiteles que cargan zapatas de madera labrada y sobre las que corre una doble cornisa. El segundo piso consta del mismo número de columnas y entre una y otra columna corre un antepecho calado, asemejando un panal de piedra tallada.La parte baja de los muros del patio y de la escalera se cubren con un azulejos sevillanos del siglo XIX.

El Palacio de la Cotilla, del siglo XVII.
A finales del siglo XIX los marqueses de Villamejor dieron a su palacio un toque oriental y decoraron las paredes con papel de arroz pintado a mano. Esta estancia estaba concebida para representaciones teatrales y conciertos musicales, dotada de un escenario flanqueado por columnas.
El monumento más emblemático y representativo de Guadalajara es el Palacio del Infantado. Si consultamos su historia nos dicen que puede resumirse en cuatro momentos. Su construcción, iniciada en 1480 y concluida a finales del siglo XV; su reforma, entre 1570 7 1580, que introdujo los elementos renacentistas; su ruina a causa de un bombardeo e incendio durante la guerra civil, y finalmente su restauración en los años sesenta.
La fachada es gótica, de estilo isabelino, a excepción de la parte superior, repleta de ventanales renacentistas. Toda la fachada está cubierta de cabezas de clavos de piedra o puntas de diamante, de influencia mudéjar.
La puerta principal de entrada al edificio está flanqueada por dos gruesas columnas cilíndricas y sobre ella se encuentra el escudo de los Mendoza.
El patio interior del palacio, denominado patio de los Leones, es rectangular y de una belleza exquisita. Se compone de dos galerías, formadas por arcos rebajados de tres centros: en la inferior, predomina el motivo compuesto por los leones enfrentados; en la superior, el de los grifos alados (animales mitológicos), enfrentados y encadenados. La galería baja, inicialmente, estaba sostenida por columnas helicoidales, como las del piso alto. En 1571, esas columnas fueron sustituidas por las actuales, de estilo dórico, al mismo tiempo que se levantaba más de un metro todo el suelo del patio.


Eran famosos también los artesonados mudéjares del interior del edificio pero desaparecieron durante la Guerra Civil . Hoy se conservan en algunas de las salas bajas las pinturas de los techos que los pintores italianos decoraron a fines del siglo XVI por encargo del quinto duque del Infantado. Entre ellas destaca la sala de Crono con la imagen de este dios y una serie de símbolos del zodiaco; la gran sala de las batallas, representando múltiples y movidas escenas de la historia militar de los Mendozas. Otra sala magníficamente decorada en sus techos es la de Atalanta en la que aparecen cinco escenas de la leyenda que protagoniza esta diosa.
El principal templo de Guadalajara es la Concatedral de Santa María, un edificio mudéjar del siglo XIV que se construyó sobre una mezquita y que está porticado.


Justo en la calle frente a la concatedral, en la cuesta de san Miguel, vemos la capilla de Luis Lucena que estuvo adosada a la desaparecida iglesia de San Miguel. Fue mandada construir por el humanista Luis Lucena a mediados del siglo XVI.
El exterior tiene un carácter de fortaleza sugerido por los bastiones cilíndricos almenados y su basamento de sillería.
En el interior destaca la decoración pictórica de sus bóvedas y el estilo manierista en la traza de los capiteles de las pilastras y la torrecilla con tribuna.
La plaza de Santo Domingo, donde desemboca la calle Mayor, es una de las más concurridas de la ciudad. En ella se ubica el monumento al Conde Romanones y la iglesia de San Ginés, que antaño fue la iglesia del desaparecido convento de Santo Domingo de la Cruz.
El monumento al Conde de Romanones representa la escultura del conde, junto a representaciones de la sabiduría y el aprendizaje, como muestra de su labor social y política y especialmente su contribución a la educación pública.
En la plaza llama la atención una escultura que pertenece al proyecto " Un árbol, un sentimiento" donde se aprovechan los árboles secos para crear esculturas en vez de talarlos.
La Iglesia de San Ginés es una construcción de 1561 y nos llamó la atención por su gran fachada de piedra. La portada queda enmarcada por dos grandes contrafuertes, que se prolongan en espadañas. Sobre el rosetón central figura el escudo de la orden de Santo Domingo.

Caminando por la calle Mayor, en la Plaza del Jardincillo, vimos la iglesia de San Nicolás, edificio de estilo barroco con fachada de ladrillo. la portada está realizada en piedra de Tamajón y la compone un arco de medio punto flanqueado por un par de columnas con capiteles corintios.
Muy cerca y al sur de la plaza del Jardinillo, se llega hasta la plaza e iglesia del Carmen. La iglesia formaba parte del convento de los Santos Reyes de la Epifanía, de carmelitas descalzos, hoy ocupado por frailes franciscanos.
Enfrente del Palacio de los Mendoza y el convento de la Piedad se encuentra la Iglesia de Santiago, un edificio del siglo XIV. Muy sencilla en su exterior pero muy esbelta y bonita en su interior.
Su estilo es gótico y mudéjar, con tres naves separadas por arcos apuntados.
Fue la iglesia del antiguo convento de Santa Clara.
Muy cerca del palacio del Infantado vimos la Iglesia de Nuestra Señora de los Remedios, un templo de estilo renacentista que formaba parte del Convento y colegio de Doncellas de Nuestra Señora del Remedio, que regentaron las monjas jerónimas. Me llamó la atención el letrero que reza como escuela de magisterio y es que en la actualidad es el aula magna.
Su atrio de grandes arcos y la portada renacentistas ofrecen una bella imagen.
Otra lugar al que merece la pena acercarse es al Panteón de la condesa de la Vega. La construcción posee una cúpula realizada con cerámica vidriada y tiene una mezcla de estilos italianos y bizantinos.
No podíamos irnos de Guadalajara sin ir al Fuerte de San Francisco pues allí es donde vivió mi madre. El Fuerte, antes de que fuera ocupado por el Ejército en el siglo XIX, fue Convento de San Francisco, fundado en el siglo XIV y favorito de los Mendoza. Durante muchos años ha sido sede del TYCE (Taller y Centro Electrotécnico de Ingenieros del Ejército)Se encuentra coronando un pequeño cerro y tiene anexa una iglesia del siglo XVII.
La iglesia del Convento de San Francisco, destruida y reconstruida varias veces, conserva un tesoro poco conocido, pero de gran valor arquitectónico: bajo el ábside de estilo gótico, se oculta el Panteón de la familia Mendoza, realizado a semejanza del Panteón de los Reyes de El Escorial.


Las antiguas viviendas, naves y talleres están muy abandonados
En el 2025 volví a Guadalajara con el Club de lectura "Dulcinea" porque queríamos celebrar el aniversario de los 25 años con un viaje y porque precisamente la Biblioteca de esta ciudad nos ha prestado a lo largo de nuestra historia como club de lectura, la mayoría de los libros.
La Biblioteca de Guadalajara está ubicada en el restaurado Palacio Dávalos que fue edificado a comienzos del siglo XVI.
Destacan en este edificio el patio, de estilo renacentista alcarreño, la portada, que representa un torneo entre dos caballeros, símbolos de la nobleza y del sentido del honor de la familia fundadora y algunos artesonados de tradición mudéjar que se conservan o han sido bien restaurados.El que más llama la atención se encuentra en el despacho del director del centro, que por cierto nos atendió con una gran cordialidad e interés, y sus dimensiones son enormes.
En el patio exterior se localiza la arquería herreriana que remataba la ampliación que sufrió el edificio en el s. XVI, descubierta durante la restauración del conjunto. Está construida con ladrillo sobre pilastras calizas. En este viaje volví a muchos de los edificios que ya conocía y que sin duda me encantó recordar pero además del Palacio Dávalos descubrimos nuevos sitios como el Puente de las Infantas y la Torre del Alamín. A finales del siglo XIII, el puente fue edificado, o reedificado, por la infanta Isabel, señora de Guadalajara, y por su hermana Beatriz, con el fin de facilitar el acceso al convento de San Bernardo que ellas mismas habían fundado al otro lado del barranco. La torre, que defendía el puente, es de planta cuadrada, de tres pisos cubiertos por bóvedas de ladrillo.
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