Este viaje nos permitió conjugar una serie de municipios con historia y encanto además de unos maravillosos paseos por la naturaleza.
SEPÚLVEDA
Nuestra primera visita fue al pueblo de Sepúlveda, una villa medieval de la provincia de Segovia que está rodeada por el río Duratón y el Castilla y que a su paso por la ciudad forma unas hoces arriba de las cuales se sitúa el municipio.
Conserva las murallas del siglo XII y varias puertas de acceso como la del Azogue o Ecce Homo y arcos como el de San Esteban, al bajar la calle del mismo nombre.
Como aprovechamos las vacaciones de Semana Santa, coincidió que se estaba celebrando del Domingo de Ramos.
Las calles empedradas, estrechas y sinuosas muestran en sus casas blasonadas la importancia de la villa en otra época.
La plaza alberga el edificio más curioso de Sepúlveda pues mezcla un muro de la fortaleza, un castillo y la torre del reloj.
En la parte alta de la ciudad se encuentra la Iglesia del Salvador, uno de los más importantes monumentos del románico segoviano.
Nos alojamos en un pueblecito llamado Cantalejo pues estaba situado muy cerca de las Hoces del Duratón (19 km), de Sepúlveda ( 22 Km) y Pedraza (20 km) y más cerca todavía de Turégano (15 km).
HOCES DEL DURATÓN
El segundo día nos dirigimos a las Hoces del Duratón y como nos supo a poco regresamos otro día más para hacer la Senda de los dos Ríos.
La primera ruta que hicimos fue la de la ermita de san Frutos.
Los restos del antiguo convento monástico se sitúan en uno de los meandros que forman las Hoces del río Duratón y las vistas son espectaculares.
TURÉGANO
Lo más destacable de Turégano es el Castillo. La fortaleza de esta Villa Episcopal es de las más importantes de España y una de las la más singulares por su carácter de Iglesia Fortificada.
Embutida de este modo en el castillo, la Iglesia de San Miguel atestigua, por las construcciones adosadas y superpuestas al templo, que hubo dos castillos o fortificaciones sobre ella: el que construyera en su día el obispo Arias Dávila y otro, más primitivo, del que quedan infinidad de restos.
La Plaza Mayor es lo más destacado de la villa. Una plaza castellana , irregular y anárquica que se ha ido formando poco a poco con la impronta de cada momento a lo largo de los siglos.
En todo el conjunto de la plaza lo más llamativo son las casas porticadas frente a la iglesia. Según se recoge en la información sobre Pedraza las dos casas del siglo XVI fueron convertidas luego en cuatro viviendas. Los soportales se añadieron con posterioridad una vez que los señores feudales abandonaron el castillo al perder sus privilegios sobre la villa. De hecho los fustes y capiteles de las columnas pudieran proceder del propio castillo.